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2029, el año que todo cambiará: La construcción que no contamina.



Nuevos materiales y el cambio climático provocado por la contaminación son la combinación que traerá una nueva forma de construir cemento y plástico


Nuestro planeta lleva millones de años utilizando un sistema de «producción» de materias primas que ha mostrado ser eficiente, económico y ecológico. Durante todo este tiempo, la vida vegetal ha capturado dióxido de carbono (CO2), convirtiéndolo en azúcar a través de la fotosíntesis. Luego las plantas queman el azúcar directamente o lo convierten en hidrocarburos a través de la alta presión dentro de la superficie de la Tierra, en un proceso que dura largos períodos de tiempo. ¿Qué pasaría si fuésemos capaces de imitar este proceso y producir combustibles, plásticos y cemento a partir del aire? Básicamente esta es la idea detrás de la tecnología conocida como captura directa de aire (DAC). El proceso imita una batería en su método de almacenamiento de energía al obtener la del sol y la almacena en una fuente de combustible explotable de forma permanente. Básicamente se trata de una fotosíntesis industrial que permite extraer carbono directamente de la atmósfera. Este carbono capturado puede convertirse luego en bienes de consumo como combustibles, plásticos y cemento.


En 2029 hemos visto cómo esto, que parecía un sueño, se ha convertido en una realidad viable. Ya en 2019, la empresa McKinsey anticipaba que en la actualidad la industria de captura y utilización de carbono alcanzaría los 800 mil millones de euros y en 2050 la cifra llegaría a los 4 billones. El pronóstico era que en 2029, el suministro de carbono del aire sería más rentable que los combustibles fósiles obtenidos a partir del petróleo.


El mayor obstáculo para alcanzar esto fue el precio de todo el proceso, pero su gran ventaja es que, básicamente, la tecnología DAC se puede implementar en cualquier lugar, independiente de los patrones de emisión, ya que, a grandes rasgos, el CO2 se distribuye uniformemente dentro de la atmósfera, lo que significa que la cantidad que hay sobre las grandes ciudades es muy similar a la que existe en zonas despobladas. Lo que permite obtener recursos primarios en cualquier lugar del planeta. Ya en 2018 un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos afirmó que el DAC sería una tecnología que todos los países podrían adoptar antes de 2023, y para entonces el precio de la extracción de CO2 sería similar al del petróleo.


Aunque hoy todos sabemos qué es el DAC, conviene recordar un poco cómo funciona esta técnica. La idea es sencilla: mediante enormes turbinas hacen pasar aire a través de filtros que permiten almacenar el CO2. ¿En qué se usa? Básicamente todo lo que antes fabricábamos a partir del petróleo (desde combustibles, cosmética, plásticos, etc.), hoy lo hacemos con CO2. Hasta conocidas marcas de bebidas gaseosas han comenzado a utilizar este proceso para sus bebidas carbonatadas.


Reducir las emisiones


Obviamente, las ventajas de haber optado por este «nuevo» sistema de producción han sido enormes. En primera instancia se trata de una industria que no solo es de contaminación cero, sino que es negativa, y justamente esto lo que ha facilitado es reducir las emisiones y la presencia de CO2 (generado por los humanos) en el planeta. Llevamos ya cinco años desde que todos los plásticos fabricados son a partir de dicha técnica. Y lo mismo ocurre con la construcción. Uno de los materiales más utilizados en nuestro planeta, solo superado por el agua, es el hormigón, imprescindible para levantar casas, edificios, autovías... En 2019 su fabricación representaba un 7% de las emisiones globales de CO2. Mediante el DAC esta cifra se ha quedado en menos de un 3%.


Otra ventaja es que la tecnología DAC no precisa de infraestructuras nuevas, ya que básicamente son los mismos que desde hace décadas se usaban en la industria de los combustibles fósiles, pero lo más interesante de esta tecnología es que ha llegado a todo el mundo, sin importar el nivel de desarrollo del país, lo que ha propiciado un crecimiento más democrático. Hoy, aquellas regiones que no producían petróleo cuentan con un sistema similar y económico para reemplazarlo y promover el desarrollo local.


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